¿Te has preguntado por qué a unas personas les cuesta tanto cambiar algunos aspectos de su vida, mientras que otras lo hacen de manera rápida, definitiva e incluso radical?
Son muchos los sinónimos que podemos encontrar y son variadas las definiciones que podríamos utilizar para la palabra cambio, podemos decir que cambio es hacer las cosas distintas, o que cambiar es permitirnos que las cosas dejen de ser para que den lugar a otras cosas nuevas, puede ser dejar algo para tomar otra cosa, moverse de un lugar, terminar algo para iniciar algo más, o dar un giro en algún hábito o una actitud. Los cambios pueden ser en uno mismo, pero también pueden implicar a otras personas, como cuando deseas tener más amigos, o cuando quieres un cambio a nivel afectivo, ya sea para ser más expresivo o para iniciar o terminar una relación.
Aunque los cambios pueden ser intencionales y dirigidos, se trata de una nueva condición, para lo cual lo más conveniente es organizarnos y prepararnos para recibirla y obtener de esta variación las mayores utilidades para nosotros. Si pretendemos producir un cambio tenemos que estar conscientes de que esto implica renunciar a las posibles ganancias que la situación actual nos deja. Para lograr un cambio necesitamos poner en práctica y desarrollar procesos muy importantes como la comunicación, la creatividad, el entusiasmo, las intenciones, el interés, las emociones, la perseverancia etc. además de que en la mayoría de las ocasiones requerirá tiempo.
Cuantas veces no hemos escuchado la frase “querer es poder” dando a entender que si una persona no cambia es porque no quiere, pero si eso es verdad ¿qué pasa con las personas que genuinamente quieren y no logran producir un cambio? ¿podríamos decir que no están queriendo lo suficiente? ¿cómo podrían querer más? Es importante que tengas en cuenta que para muchos producir un cambio en su vida personal no es tan fácil, no solamente es cuestión de querer, también es cuestión de que sea posible. A veces tenemos bien claro lo que queremos, lo que queremos hacer, que queremos lograr, a dónde queremos llegar, pero ¿qué suele impedir el cambio cuando declaramos quererlo?
A continuación, te presentamos algunas posibles causas en las cuales te podrías identificar y probablemente al hacerlo, empieces a descubrir lo que puede estar pasando:
- Centrarse solamente en el resultado y no en el proceso. Muchas veces pensamos en lo que queremos, pero no nos detenemos a pensar en cómo hacerlo, lo qué tenemos que invertir y si estamos dispuestos a hacerlo. Muchas veces sucede esto porque el cambio que buscamos lo hacemos con base en comparaciones con otras personas, vemos a alguien que hace o tiene algo y decimos: si él o ella lo logró yo también, y eso está bien siempre que venga acompañado de averiguar cuál fue el proceso de esa persona, el error sería no tener la más remota idea de lo que tuvieron que hacer o incluso sacrificar, es decir, vemos la meta, pero no el camino o a veces ni siquiera la salida.
- Privilegiar los resultados inmediatos. Por muy desagradable que sea la situación que estemos viviendo, si nos quedamos en ella es porque tenemos (aunque inconscientemente) una ganancia segundaria. Para poder cambiar real y definitivamente, hace falta identificar esta ganancia y estar dispuesto a perder el beneficio conservado hasta el momento. Estar en la situación en la que nos encontramos actualmente nos da algo, nos puede no gustar y por eso queremos algo más o queremos otra cosa, pero esta situación conocida probablemente nos da alguna gratificación a corto plazo, por ejemplo, piensa en una persona que está rentando y quiere comprarse un departamento en el futuro, para eso tiene que ahorrar, pero resulta que tiene el hábito de gastar de más o gastar todo, tal vez le guste comprar mucha ropa, zapatos o videojuegos y no ahorre nada, está teniendo una gratificación inmediata, y está dejando ir algo que le pudiera ser más importante o gratificante.
- Dar mucha importancia al resultado fallido de intentos previos. Muchas veces intentamos cambiar algo de alguna manera y no lo logramos, dejamos pasar un tiempo y lo volvemos a intentar sin tener éxito, buscamos por un lado y por otro y no conseguimos el resultado que queremos, es aquí cuando ocurre la frustración. La frustración es el resultado de hacer muchos esfuerzos, invertir energía, tiempo o recursos y obtener muy pocos o ningún efecto. El peligro con esto es que podemos desarrollar creencias limitantes, cayendo de alguna manera en la resignación y en la desesperanza, lo que lleva al resentimiento con uno mismo o con otras personas que ya lograron lo que nosotros queremos, se convierte en un torbellino de creencias que afecta nuestra autoimagen y autoestima.
- Buscar cambiar porque tenemos que hacerlo y no porque queremos hacerlo. Los estándares sociales pueden marcarnos mucho, lo que debería ser nos va marcando de alguna manera el deseo o la intención de hacer cambios en nuestra vida, el problema es que a veces no encontramos el sentido más allá del “deberías”, no vemos posibilidades al hacer ese cambio, entonces el cambio no va a suceder, no nos vamos a comprometer con el proceso.
- Tener la creencia de que la vida no es justa. Algunas veces podemos esforzarnos, sacrificarnos, renunciar y no tener lo que queremos, mientras otros que al parecer no hacen todo lo que nosotros sí, tienen lo que buscan; empezamos a generar sentimientos de envidia y creencias de que la vida es injusta, como si la vida fuera una persona que tuviera voluntad. Comenzamos a hacernos preguntas del tipo ¿por qué yo no tengo? ¿por qué a mí me va mal? ¿por qué al otro le fue bien? ¿por qué no soy como él o ella? Y así convertirnos estas preguntas en pretextos para explicar porque no podemos cambiar: no puedo porque soy mexicano, no puedo porque soy mujer, porque soy hombre, porque soy moreno, porque soy blanco, etc.
- Tener la fantasía de cero consecuencias. A veces queremos encontrar una forma de lograr cambios sin que tengamos que renunciar a los beneficios que nos deja la situación actual, he escuchado a jóvenes decir: “esto que estoy estudiando la verdad no me gusta, pero si quiero cambiar de carrera implicaría volver a presentar el examen de admisión y además habré perdido los años que llevo aqui”. En ocasiones nos autosaboteamos por el temor a las consecuencias negativas de un cambio positivo. Pero como mencionamos anteriormente, el cambio es un proceso que implica algún tipo de trabajo, esfuerzo, sacrificio y ciertas renuncias.
Para que ocurra un cambio hay que reorientarse psicológicamente hacia ese cambio. Tenemos que reciclar los sentimientos, las actitudes, los valores, las opiniones, las creencias, los pensamientos, y ello se logra sólo con la práctica. Para cambiar, es necesario una gran dedicación, un gran convencimiento, un gran interés y en la mayoría de las ocasiones, la ayuda que pueda brindar un profesional. Ten en cuenta que, en muchas ocasiones, cambiar algo en nuestra vida, es un proceso gradual, escalonado y progresivo para conseguir su asimilación e interiorización.
A continuación, te proponemos cosas breves y que pueden darte una idea de que hacer para lograr los cambios que buscas:
- Reconoce tus deseos. Pregúntate ¿cuáles puedo cumplir ahorita? ¿cuáles de esos deseos tendría que sacrificar para lograr en el futuro otros que me produzcan mayor satisfacción?
- Se realista y consciente. Analiza tus conductas y actitudes, reconócelas, haz conciencia de lo que quieres hacer y de lo que estás haciendo, reconoce cuanto puedes cambiar, que limitaciones tienes, cómo las puedes vencer, que te costará y que beneficios te ofrecerá el cambio.
- Enfoca tu atención tanto en el resultado como en el proceso. Recuerda que el punto de partida no puede ser solamente el resultado que se espera, sino que debes comenzar por definir los pasos que tienes que dar para dejar atrás la vieja situación.
- Felicítate y prémiate. Por cada logro o éxito que tengas busca una manera de reconocerte por pequeño que este sea.
- Identifica tus temores. Es verdad, en el proceso hay precios que pagar, hay ciertos sacrificios por hacer, reconoce a que le tienes miedo, algunos pueden ser solo una proyección de tu mente atemorizada y no una descripción de la realidad.
- Reconoce tu individualidad. Eres una persona diferente a las demás, si a ti el aprendizaje o los logros te llevan más esfuerzo o más tiempo, está bien, no te compares con las otras personas porque no conoces su proceso, recuerda que lo importante es la perseverancia que tengas, el compromiso y la creencia de que es posible que tú puedes y mereces lo que estas buscando.
De esta manera es como puede abrirse para nosotros un mundo de posibilidades y así alcanzar aquello que queramos lograr, movernos del lugar donde estamos hacia el lugar donde queremos y merecemos estar.