En mi contacto con los empleados de diversas empresas, incluso las más grandes, los escucho lamentablemente a veces quejarse del trato que reciben por parte de sus líderes y me quedo espantado de ver la falta de respeto que aún hoy en día puede haber en los líderes hacia los que – hay que recordarlo – forman parte de la empresa y son imprescindibles para el éxito a largo plazo de cualquier organización.

Por supuesto que cualquier empresa necesita ser rentable y entregar resultados, pero ¿esto justifica que ciertos jefes – porque al final no son líderes – adopten con sus empleados una comunicación agresiva o despectiva, funcionen con el chantaje emocional, la humillación, el desprecio y el abuso de poder?

Y más allá de esto me pregunto realmente ¿Qué tanto respeta al ser humano en general un jefe que no tiene consideración alguna para sus empleados con los que trabaja casi a diario? Y por ende, ¿Qué tanto respeta a sus clientes una empresa cuyos líderes no tratan bien a sus empleados?

Hoy más que nunca el buen trato, el respeto, la estima de los que a diario invierten su tiempo y su energía en una empresa, tiene que ser el foco primordial de cualquier empresa que quiere crecer de manera ética y empática dando el ejemplo de que, empoderamiento de los colaboradores y crecimiento exponencial a largo plazo van de la mano.

En mi opinión, lejos de ser una muestra de fuerza y de liderazgo, el mal trato de la gente, la comunicación agresiva y despectiva, la falta de respeto y la humillación de los empleados traduce en realidad una gran debilidad de sus lideres y una impotencia a ser un gran líder.

Un gran líder consigue que los demás lo sigan sin presión, sin elevar la voz, sin malos tratos, sola inspirando a los demás y dándoles ganas de seguirlo. Son los seguidores que hacen al líder, no lo contrario.

¡Porque tener mejores líderes en las empresas nos conviene a todos!